lunes, 11 de mayo de 2015

Cesar Vallejo


César Vallejo


César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco16 de marzo de 1892-París15 de abril de 1938) fue un poeta y escritorperuano. Es considerado uno de los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país. Es, en opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal» y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas».

Nacimiento:
Vino al mundo un día de marzo ,César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, peque- ña ciudad de la sierra de la Región La Libertad. Vino al mundo en marzo de 1892, pero no hay seguridad sobre la fecha exacta, pudiendo haber sido los días 6, 15, 16 ó 19 según sus biógrafos mejor documentados y más cuidadosos. Sus padres, don Francisco Vallejo y doña María de los Santos Mendoza, eran gente sencilla y de modesta condición económica. César Abraham tuvo diez hermanos, y él era el menor. Sus abuelos fueron dos sacerdotes españoles y sendas campesinas indias del lugar, conforme lo manifestaba el mismo Vallejo. Recibió la educación primaria en una pequeña escuela estatal de Santiago de Chuco. Fue un excelente alumno, y como demostró poseer clara inteligencia, sus padres lo enviaron a la cercana ciudad andina de Huamachuco a estudiar secundaria en el centenario Colegio Nacional de San Nicolás.

Fue profesor de Ciro Alegría
 Al terminar su educación secundaria, visitó temporalmente Lima en 1911. En 1913 ingresó a estudiar Letras en la Universidad Nacional de La Libertad, en Trujillo, fundada casi un siglo antes por el Libertador Simón Bolívar. Para solventar sus gastos mientras estudiaba en la universidad, trabajó como profesor de primer año de educación primaria. Uno de sus pequeños alumnos en el Colegio Nacional San Juan, de Trujillo, fue un niño recién bajado de las frías serranías a la cálida capital liberteña, vecina al mar. Treinta años después, ese niño -siendo ya el célebre novelista Ciro Alegría- rememora emocionado la figura llena de tristeza de su joven maestro, que pronunciaba el castellano con una peculiar entonación andina; un buen maestro y un maestro bueno, que combinaba sus afanes didácticos con una cálida ternura, y cuya fama citadina de poeta bohemio contrastaba con la cierta indiferencia de sus serios y formales colegas. 

Los bohemios de Trujillo y su influencia sobre Vallejo 
Quizá hubiera terminado como un buen abogado provinciano, culto y aficionado a la poesía, si en 1916 Antenor Orrego (1898-1961), joven cajamarquino que estudiaba Filosofía en la misma universidad, no hubiese formado un entusiasta grupo de jóvenes con aficiones literarias, artísticas e intelectuales. El grupo originalmente se llamó "Los bohemios de Trujillo", pero la crítica terminó bautizándolo como "Grupo Norte", por el diario "El Norte", en el cual Orrego habría de desarrollar una fructífera labor de promoción cultural. Años después, en sus páginas habría de aparecer la mayor parte de los artículos que Vallejo escribió en París para poder sobrevivir.


  • Un estilo que produce desconcierto y escándalo 

Pero las audaces metáforas y el especial manejo del idioma en este poema estaban tan alejados del estilo refinado, florido o grandilocuente y académico de la poesía de Rubén Darío ("el de las piedras preciosas") y de José Santos Chocano ("el Cantor de América"), que no solo no fue aceptado, sino que produjo desconcierto y escándalo.
  •  El "Cholo Vallejo" no se amilana ante el sarcasmo

El "Cholo Vallejo" no se amilanó ante el sarcasmo del crítico limeño Clemente Palma, y quizás sonriendo con pena por quienes lo hacían víctima de la doble conspiración del silencio y del "elogio en contra", siguió escribiendo... A mediados de 1917, la revista "Mundo limeño", en la que Abraham Valdelomar era la máxima autoridad en cuestiones literarias, le publicó otro soneto, titulado “Ausente”. 
  • Alista los originales de “Los Heraldos Negros”

Ambos sonetos eran de buena calidad, y resultaban un prometedor anticipo del libro primogénito que ya se veía venir. Pero quizás por el tono romántico de su tristeza o por su carácter anecdótico, esos poemas no fueron debidamente valorados, como tampoco lo habían sido los que publicó en otras revistas. A pesar de la indiferencia en Trujillo y en Lima, el joven Vallejo siguió publicando poemas sueltos. Al año siguiente, los originales de su primer libro estaban listos para editarse, con el título de “Los Heraldos Negros”, el subtítulo (Poemas), y al pie de página la fecha: 1918. Lo firmaba como César A. Vallejo. Entonces, aconsejado quizás por el dinámico y avizor Orrego, Vallejo decidió dejar sus estudios de Derecho y dedicarse definitivamente a la literatura. Luego, ante la indiferencia y pequeñez del medio, y buscando otra vez un ambiente más favorable, abandonó Trujillo y tomó un barco con rumbo al Callao.  









Dos jóvenes amigos que viajan a Europa lleno de ilusiones
 Ese mismo año, el 17 de junio, a los 31 años de edad, subió la escalerilla del barco que lo trasladaría a Europa, gracias al gesto fraterno de su amigo Julio Gálvez Orrego. A este su familia le había enviado un pasaje para que viajara de El Callao a El Havre, en Francia, en primera clase. El buen amigo cambió su caro pasaje de primera por dos de tercera, para posibilitarle a Vallejo el ansiado viaje a París, donde pensaba hallar un ambiente más propicio para su labor creadora. Allá partieron los dos jóvenes y entusiastas amigos. Lejos estaban de imaginar que era una partida sin retorno, y que apenas tres lustros después ambos yacerían allá bajo tierra. París y Rusia En París, Vallejo comenzó a ganarse duramente la vida trabajando en un diario local y escribiendo innumerables artículos para las revistas “Variedades” y “Mundial” y el diario “El Comercio” de Lima, así como para el diario "El Norte", de Trujillo. En 1926 editó en París una revista cultural, y en 1928 viajó a Rusia, deslumbrado por el experimento socialista.
 La felicidad parecía sonreírle...
En 1929 se casó con una muchacha parisina, Georgette Philipard, y con ella viajó largamente en 1930 por Alemania, Checoslovaquia, Polonia, Austria, Hungría e Italia. A pesar de ser tiempos económicamente difíciles, la felicidad parecía haber comenzado a sonreírle.
 Lo expulsan de Francia y se refugia en Madrid 
Pero sus ideas y actividades políticas originaron su expulsión de Francia en 1930. Felizmente, obtuvo una oportuna beca, y así pudo viajar a Madrid. Ahí publicó la segunda edición de “Trilce”, con prólogo del perspicaz y agudo escritor español José Bergamín (1897-1983), y con una salutación del célebre poeta hispano Gerardo Diego (1896-1987). Ya firmaba como César Vallejo, abandonando la A. de Abraham. En 1931 publicó, también en Madrid, “Rusia en 1931, reflexiones al pie del Kremlin”, colección de crónicas sobre sus observaciones y experiencias en ese país, cuyas características sociopolíticas concitaban entonces gran interés mundial, y cuyos líderes buscaban propagar sus ideas en todo el mundo.

Penurias económicas que no le impiden seguir creando
Tenía cuarenta y cinco años y su temprana muerte se aproximaba aceleradamente, mientras en medio de grandes penurias econó- micas seguía creando su obra y escribiendo infatigablemente las colaboraciones periodísticas, que le proporcionaban la base de sus ingresos. 

"¡Allí!... pronto... navajas... me voy a España"
 En el duro invierno europeo de 1938, Vallejo cayó enfermo. El 13 de marzo, día de grandes fríos en París, al agravarse su estado, fue conducido por la fiel Georgette a la clínica del Boulevard Arago. Murió a las 9 de la mañana del 15 de abril, Viernes Santo, en el lluvioso inicio de la primavera parisina. Sus últimas palabras fueron: "¡Allí... pronto... navajas... Me voy a España!".

Monumento a César Vallejo en el exterior de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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