César Vallejo
César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, 16 de marzo de 1892-París, 15 de abril de 1938) fue un poeta y escritorperuano. Es considerado uno de los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX y el máximo exponente de las letras en su país. Es, en opinión del crítico Thomas Merton, «el más grande poeta católico desde Dante, y por católico entiendo universal» y según Martin Seymour-Smith, «el más grande poeta del siglo XX en todos los idiomas».
Nacimiento:
Vino al mundo un día de marzo ,César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, peque-
ña ciudad de la sierra de la Región La Libertad. Vino al mundo en marzo
de 1892, pero no hay seguridad sobre la fecha exacta, pudiendo haber
sido los días 6, 15, 16 ó 19 según sus biógrafos mejor documentados
y más cuidadosos. Sus padres, don Francisco Vallejo y doña María
de los Santos Mendoza, eran gente sencilla y de modesta condición
económica. César Abraham tuvo diez hermanos, y él era el menor. Sus
abuelos fueron dos sacerdotes españoles y sendas campesinas indias
del lugar, conforme lo manifestaba el mismo Vallejo.
Recibió la educación primaria en una pequeña escuela estatal de Santiago
de Chuco. Fue un excelente alumno, y como demostró poseer
clara inteligencia, sus padres lo enviaron a la cercana ciudad andina
de Huamachuco a estudiar secundaria en el centenario Colegio Nacional
de San Nicolás.
Fue profesor de Ciro Alegría
Al terminar su educación secundaria, visitó temporalmente Lima en
1911. En 1913 ingresó a estudiar Letras en la Universidad Nacional de
La Libertad, en Trujillo, fundada casi un siglo antes por el Libertador Simón
Bolívar. Para solventar sus gastos mientras estudiaba en la universidad,
trabajó como profesor de primer año de educación primaria.
Uno de sus pequeños alumnos en el Colegio Nacional San Juan, de
Trujillo, fue un niño recién bajado de las frías serranías a la cálida capital
liberteña, vecina al mar. Treinta años después, ese niño -siendo ya
el célebre novelista Ciro Alegría- rememora emocionado la figura llena
de tristeza de su joven maestro, que pronunciaba el castellano con
una peculiar entonación andina; un buen maestro y un maestro bueno,
que combinaba sus afanes didácticos con una cálida ternura, y cuya
fama citadina de poeta bohemio contrastaba con la cierta indiferencia
de sus serios y formales colegas.
Los bohemios
de Trujillo y su
influencia sobre
Vallejo
Quizá hubiera terminado
como un buen abogado provinciano,
culto y aficionado a la poesía,
si en 1916 Antenor Orrego
(1898-1961), joven cajamarquino
que estudiaba Filosofía en la misma
universidad, no hubiese formado
un entusiasta grupo de jóvenes con aficiones literarias, artísticas
e intelectuales. El grupo
originalmente se llamó "Los bohemios
de Trujillo", pero la crítica
terminó bautizándolo como "Grupo
Norte", por el diario "El Norte",
en el cual Orrego habría de desarrollar
una fructífera labor de promoción
cultural. Años después,
en sus páginas habría de aparecer
la mayor parte de los artículos que
Vallejo escribió en París para poder sobrevivir.
- Un estilo que produce desconcierto y escándalo
Pero las audaces metáforas y el especial manejo del idioma en este
poema estaban tan alejados del estilo refinado, florido o grandilocuente
y académico de la poesía de Rubén Darío ("el de las piedras preciosas")
y de José Santos Chocano ("el Cantor de América"), que no solo
no fue aceptado, sino que produjo desconcierto y escándalo.
- El "Cholo Vallejo" no se amilana ante el sarcasmo
El "Cholo Vallejo" no se amilanó ante el sarcasmo del crítico limeño
Clemente Palma, y quizás sonriendo con pena por quienes lo hacían
víctima de la doble conspiración del silencio y del "elogio en contra",
siguió escribiendo... A mediados de 1917, la revista "Mundo limeño",
en la que Abraham Valdelomar era la máxima autoridad en cuestiones
literarias, le publicó otro soneto, titulado “Ausente”.
- Alista los originales de “Los Heraldos Negros”
Ambos sonetos eran de buena calidad, y resultaban un prometedor anticipo
del libro primogénito que ya se veía venir.
Pero quizás por el tono romántico de su tristeza o por su carácter anecdótico,
esos poemas no fueron debidamente valorados, como tampoco
lo habían sido los que publicó en otras revistas.
A pesar de la indiferencia en Trujillo y en Lima, el joven Vallejo siguió
publicando poemas sueltos. Al año siguiente, los originales de su primer
libro estaban listos para editarse, con el título de “Los Heraldos
Negros”, el subtítulo (Poemas), y al pie de página la fecha: 1918. Lo firmaba
como César A. Vallejo.
Entonces, aconsejado quizás por el dinámico y avizor Orrego, Vallejo
decidió dejar sus estudios de Derecho y dedicarse definitivamente a la
literatura.
Luego, ante la indiferencia y pequeñez del medio, y buscando otra vez
un ambiente más favorable, abandonó Trujillo y tomó un barco con
rumbo al Callao.
Dos jóvenes amigos que viajan a Europa
lleno de ilusiones
Ese mismo año, el 17 de junio, a los 31 años de edad, subió la escalerilla
del barco que lo trasladaría a Europa, gracias al gesto fraterno de su amigo
Julio Gálvez Orrego.
A este su familia le había enviado un pasaje para que viajara de El Callao
a El Havre, en Francia, en primera clase. El buen amigo cambió su caro pasaje
de primera por dos de tercera, para posibilitarle a Vallejo el ansiado
viaje a París, donde pensaba hallar un ambiente más propicio para su labor
creadora.
Allá partieron los dos jóvenes y entusiastas amigos. Lejos estaban de imaginar
que era una partida sin retorno, y que apenas tres lustros después ambos
yacerían allá bajo tierra.
París y Rusia
En París, Vallejo comenzó a ganarse duramente la vida trabajando en
un diario local y escribiendo innumerables artículos para las revistas
“Variedades” y “Mundial” y el diario “El Comercio” de Lima, así como
para el diario "El Norte", de Trujillo. En 1926 editó en París una revista cultural, y en 1928 viajó a Rusia, deslumbrado por el experimento socialista.
La felicidad parecía sonreírle...
En 1929 se casó con una muchacha parisina, Georgette Philipard, y
con ella viajó largamente en 1930 por Alemania, Checoslovaquia, Polonia,
Austria, Hungría e Italia. A pesar de ser tiempos económicamente
difíciles, la felicidad parecía haber comenzado a sonreírle.
Lo expulsan de Francia
y se refugia en Madrid
Pero sus ideas y actividades políticas originaron su expulsión de Francia
en 1930. Felizmente, obtuvo una oportuna beca, y así pudo viajar a Madrid.
Ahí publicó la segunda edición de “Trilce”, con prólogo del perspicaz
y agudo escritor español José Bergamín (1897-1983), y con una salutación
del célebre poeta hispano Gerardo Diego (1896-1987). Ya firmaba
como César Vallejo, abandonando la A. de Abraham.
En 1931 publicó, también en Madrid, “Rusia en 1931, reflexiones al pie
del Kremlin”, colección de crónicas sobre sus observaciones y experiencias
en ese país, cuyas características sociopolíticas concitaban entonces
gran interés mundial, y cuyos líderes buscaban propagar sus ideas en todo
el mundo.
Penurias
económicas
que no le impiden
seguir creando
Tenía cuarenta y cinco años y su
temprana muerte se aproximaba
aceleradamente, mientras en medio
de grandes penurias econó-
micas seguía creando su obra y
escribiendo infatigablemente las
colaboraciones periodísticas, que
le proporcionaban la base de sus
ingresos.
"¡Allí!... pronto...
navajas... me voy
a España"
En el duro invierno europeo de
1938, Vallejo cayó enfermo. El
13 de marzo, día de grandes fríos
en París, al agravarse su estado,
fue conducido por la fiel Georgette
a la clínica del Boulevard
Arago. Murió a las 9 de la mañana
del 15 de abril, Viernes Santo,
en el lluvioso inicio de la primavera
parisina. Sus últimas palabras
fueron: "¡Allí... pronto... navajas...
Me voy a España!".
Monumento a César Vallejo en el exterior de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.